Este bendito yo por Thomas Harris
Yo y el face

En su entrega de hoy,Thomas Harris, poeta y jefe del Archivo de Referencias Críticas de la Biblioteca Nacional, reflexiona sobre los amigos de facebook.
06/11/2015
Fuente: Biblioteca Nacional
Face me dice: tienes más de 5.000 amigos. Virtuales, se supone, pero muchos "reales" esa palabra que dice Navokov siempre hay que poner entre comillas. Ahora, no habría también que poner entre comillas "amigos virtuales". ¿Cómo un amigo virtual podría llegar a ser un amigo real? La pregunta final es: ¿de qué se trata todo esto? ¿Estamos bien o delirando con estas amistades? ¿estamos tan solos que un espacio más "real" que un bar, que la calle, un café del parque forestal, la ribera junto al Mapocho, hasta el cementerio general y el costanera center, y que los trabajos y los días busquen un lugar que no existe, peor que un no lugar, como el crimen perfecto del que habla Braudillard. La imposibilidad de corporeizar todos estos "amigos" digo los "virtuales" no los "reales" del face, ¿es un gesto infinito de soledad o un gesto crucial de seducción electrónica? En fin, lo que sea, no puedo aceptar (extraña palabra) más amigos virtuales. Pasé la cuota. ¿La cuota de qué? ¿De un espejo sin imagen, de unas imágenes sin espejo, de un espejo que sólo refleja el espejo? ¿Cinta de Moebius en la desaparición del cuerpo tal como lo acostumbrábamos? Del face to face. Paradójico, ¿no? Y también sublime y terrorífico. Y más: Giovanni Saldoval -amigo virtual o real- me pregunta, instantáneamente: ¿"Querí ser mi amigo? Y se / me responde: "Con esa pregunta me hice amigo de Luis Llanquileo y vecino amigo, yo tenía diez o nueve y el uno más...éramos los más mejores amigos...como dice Forrest Gump...hasta que me cambié de vivir en una mediagua de un campamento a nuestra casa propia....solo nos alejamos...no nos enojamos... ¿qué será de mi amigo el Lucho?" ¿Cuál sería ahora la diferencia de un vecino que te dice "querí ser mi amigo", que de alguien que por face te dice, con un click seamos ¿amigos?, en un espacio glauco e imaginario o irreal. Yo creo que la posibilidad de caminar por la calle de tierra del barrio, de tirar piedras al río si hay un río cerca, de abrazarse y sentir el calor de un corazón que late, más allá de porqué se alejaron. Creo que la amistad, no digo la seducción que viene en la incorporeidad, tiene que ver con el calor del cuerpo, con los latidos de los corazones, con un apretón de manos o un beso en la mejilla, con percibir que en ese apretón de manos laten venas, corre sangre, que el beso en la mejilla te dejó una mácula pequeñita de saliva, de restos corpóreos, un pelo en el cuello de la camisa, una mirada que se dilata en la pupila al despedirse, una lágrima bajo la lluvia, y la misma lluvia, como lágrimas. O sea que sin cuerpo y los fluidos del cuerpo no hay amistad como la conocimos y la vivimos y la sufrimos y la anhelamos. Pero, ahora, en un espacio que ya no cabe llamar ciencia ficción, porque todo es Ci-Fi, me conmueve más el monólogo de Roy, el replicante, que el de Hamlet, príncipe de una lejana Dinamarca, arcaica y espectral, lejana y retórica, es decir que me habla más directamente Philip K. Dick que Shakespeare, aunque alguien me diga que están diciendo lo mismo, en otros tiempos y con otras sensibilidades: "He visto cosas -dice Roy al Blade Runner- que los humanos ni se imaginan: naves de ataque incendiándose más allá del hombro de Orión. He visto rayos C centellando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas... en la lluvia. Es hora... de morir". Como lágrimas confundidas con la lluvia de este tiempo que duele, seamos humanos, androides o confusas manifestaciones del Ser.