Tradiciones indígenas persistieron en nuevos contextos sociales y culturales gracias a la preservación de tecnologías en espacios de producción comunitaria.

La alfarería de la zona comprendida entre el río Cachapoal y el Biobío sobrevivió gracias a que ciertas tradiciones indígenas precolombinas persistieron a través de encomiendas o pueblos de indios, estancias, haciendas, fundos y finalmente en comunas.
Esta práctica data del período Agroalfarero (300 a.C. - 1580 d.C.), cuando las nuevas condiciones climáticas impulsaron el sedentarismo, la horticultura y el uso de tecnologías innovadoras.
En estos grupos no existían grandes centros de producción que permitieran una mayor especialidad, por lo que se distinguen sólo dos tipos de creaciones:
Durante el período Intermedio Tardío (1.000 - 1.400 d.C.) y Tardío (1400-1541) se presentaron notorios cambios en la alfarería ritual y social. Se identificaron nuevos estilos a partir del uso de pastas cerámicas de diferentes colores y tipos decorativos y formales asociados a la preponderancia de otras unidades culturales:
En 1541 las huestes españolas llegaron a Santiago. Los indígenas de la zona central no desaparecieron, sino que su cultura se desestructuró y perdieron el sentido que les daba unidad (Barrales; Vergara, 2007: 31).
La dominación española impuso al sujeto indígena nuevas formas de vida, como la forma en que producían sus objetos de subsistencia y de uso simbólico, se organizaban, se relacionaban como grupo, entre grupos y con lo divino.
Bajo el dominio europeo, ellos sólo reprodujeron fragmentos aislados de su cultura, generalmente asociados a lo cotidiano y popular, que es precisamente lo que la historia oficial no aborda en profundidad" (Quinteros 2004: 145).
En la zona estudiada hubo una gran presencia de pueblos de indios. Este tipo de organización permitió una cierta preservación de tecnologías tradicionales, al dejar a los grupos indígenas asentados en un espacio de producción comunitaria.
En el siglo XVII destacó Rancagua, Copequén, Malloa, Peumo, Pichidegua y Tagua Tagua, en los que se formó una economía y cultura compleja que se relacionaba con los españoles mediante el intercambio de productos.
La hacienda surgió a fines del siglo XVII, período en que españoles reorganizaron la tierra para la producción agrícola. La población mestiza se transformó en mano de obra remunerada o no, como peones o inquilinos.
Esta unidad productiva predominó hasta mediados del siglo XX. En su entorno se creó una subcultura local con un fuerte componente indígena, por lo que sobrevivieron técnicas de producción cerámica heredadas de las culturas prehispánicas, aunque desprovistas de su antiguo sentido simbólico.
Después de 1973, el fenómeno conocido como nueva ruralidad determinó la crisis del oficio, al separar al poblador de las labores campesinas tradicionales como la agricultura o ganadería.
La permanencia de la tradición indígena fue investigada por Catalina Paz Barrales Masías y María Eugenia Vergara Solari. Ellas realizaron un estudio de las técnicas utilizadas en el período precolombino y colonial y observaron a las últimas alfareras a través de un análisis etnográfico, con el que detectaron similitudes en distintos niveles:
La diferencia más importante entre la cerámica precolombina y la campesina tradicional se observó en el manejo de técnicas decorativas y formas pictóricas como el trinacio y los campos geométricos. La cerámica perdió prolijidad, lo que fue apreciado en el grosor e irregularidad de sus paredes y falta de proporción en piezas simétricas.
Estos cambios dan cuenta de la pérdida de la función social y ritual de la cerámica y su rol como marcador de identidades.
Alfarería con tradición indígena entre Cachapoal y el Bío Bío
La tradición alfarera legada por los pueblos originarios que habitaron la cuenca del Cachapoal, se aprecia a través de objetos de uso doméstico y decorativo fabricados en otro contexto productivo.
Bibliografía Alfarería con tradición indígena entre Cachapoal y el Bío Bío
Nueva ruralidad y práctica alfarera actual en el Cachapoal
Con la imposición del neoliberalismo después del Golpe de Estado de 1973, se originaron nuevas nuevas formas de relacionarse con prácticas ancestrales como la alfarería.
Animales, pesebres, cocinas de leña, carreta de bueyes e iglesias, entre otros, son los favoritos de artesanas para representar la naturaleza y del mundo doméstico que las rodea.
Diversos objetos de uso doméstico o utilitario se fabrican en la cuenca del Cachapoal, con el fin de satisfacer las necesidades de alimentación o almacenamiento.