La Gestión Patrimonial

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La definición de un concepto que interpretara la labor de la Dibam e identificara a cada una de las entidades y la labor que desempeñaban, comenzó a configurarse en 1982 con la publicación de la serie Chile y su Cultura dedicada a relevar el valor patrimonial de sus instituciones y de espacios urbanos y arquitectónicos de valor cultural para la nación, como la ciudad de Santiago, el Palacio de La Moneda y la Escuela Militar. Este esfuerzo significó varios avances cualitativos que cristalizaron en los siguientes años. En lo inmediato se hizo un catastro de numerosos objetos patrimoniales y una investigación sobre los antecedentes de cada uno, que en la práctica permitió su puesta en valor. Al situar cada uno de estos objetos en su contexto museográfico, bibliotecológico, archivístico o paisajístico, se logró superar la visión de la Dibam como un conjunto de entidades autónomas y coordinadas únicamente por una estructura administrativa, para avanzar en la conceptualización de la identidad y la misión de cada uno de los establecimientos incluidos en la serie y de la misión que debía cumplir la institución, como conjunto, para incentivar el desarrollo de la cultura nacional.

Estas conclusiones tuvieron efectos prácticos rápidamente. A fines de 1982, y como consecuencia de un estudio realizado por la Dibam con el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para conocer la situación del patrimonio cultural en todo el país, se creó el Centro Nacional de Conservación y Restauración, dedicado a la intervención de bienes culturales en mal estado, tarea para la cual debió impulsar la organización de laboratorios apropiados y comprometerse en la formación de profesionales especializados en la restauración de bienes patrimoniales. Ese mismo año se creó también la Subdirección de Museos, que asumió la tuición administrativa y estratégica de los museos regionales y especializados pertenecientes a la Dibam, colaborando en la optimización de sus recursos humanos y financieros, en la definición de sus misiones estratégicas, en el desarrollo de sus colecciones, generando instancias de coordinación regionales y nacionales, y fortaleciendo el rol educativo de cada museo. Algo similar había acontecido en 1978 con la creación de la Coordinación de Bibliotecas Públicas (a partir de 1993, Subdirección y hoy el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas), abocada a ayudar, con medios materiales y técnicos, a la habilitación y funcionamientos de las bibliotecas públicas en todo el país.

Al comenzar la década de 1990, el centro de la atención de la Dibam estaba en el patrimonio cultural en torno al cual se definía su identidad, su misión y las áreas hacia las que debía enfocar su desarrollo. Su tarea consistía en velar por la conservación de este patrimonio, investigarlo para conocer su valor, y difundirlo a la comunidad, tanto a través de su exhibición en sus diversas dependencias, como en la generación de contenidos culturales y educativos que hayan tenido como insumo estas mismas piezas patrimoniales. La creación del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana en 1990, demuestra que esa consciencia comenzaba a producir resultados concretos. Dicha unidad se especializó en la publicación de obras académicas, en historia, literatura, antropología y sociología, que hubieran tenido como base empírica la investigación de las colecciones de la Dibam, y que por su elevada complejidad teórica, comúnmente no tenían cabida en el circuito editorial comercial.

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