Insignias, estandartes y banderines representaban la memoria histórica de cada plantel, las enseñanzas u oficios que éste impartía y su identificación local.

Con el fortalecimiento del Estado Nación, la escuela se articuló como una institución de relevancia para la sociedad, pues impartía conocimientos y divulgaba valores a los futuros ciudadanos, que eran considerados útiles para la patria (Orellana, 2009: 36).
La institucionalización de la enseñanza fue central para afianzar el rol de las aulas en el proceso de construir una identidad nacional y modernizar el país. Esto implicó acciones que permitieron consolidar la presencia social de la escuela en la comunidad:
Para articular un sistema educativo de carácter nacional, una serie de medidas administrativas se dictaron desde fines del siglo XIX. Entre ellas se cuenta la Ley de Enseñanza Primaria Obligatoria de 1920, la creación de entidades coordinadoras y fiscalizadoras de la actividad escolar, la creación de organismos para formar profesores y la primera política estatal de construcción de escuelas.
Para garantizar el aprendizaje de los educandos se organizó una nueva cultura y rutina escolar, que reguló las actividades cotidianas y los hábitos de los estudiantes por medio de:
Para visibilizar las aulas en el espacio público se recurrió a ritos escolares y ceremonias públicas de sentido cívico que difundieron y fortalecieron los valores e ideales patrióticos.
El Reglamento para el Régimen de Escuelas Públicas de 1819 estableció la participación del estudiantado en liturgias cívicas para recordar fechas gloriosas de la República, como la Batalla de Chacabuco el 12 de Febrero, la Batalla de Maipú el 5 de Abril y la primera junta de gobierno el 18 de Septiembre (Rojas, 2004: 52).
También se realizaban ceremonias educacionales en conjunto con otros actos de carácter civil en el espacio público que involucraban a toda la comunidad, como la conmemoración de héroes nacionales, la inauguración de obras públicas o estatuas y la entrega de premios a los estudiantes durante las mismas Fiestas Patrias.
El Ferrocarril indicaba sobre una celebración de Fiestas Patrias realizada en el Teatro Municipal:
"En 1872 se hicieron tres ceremonias distintas de entrega de premios, todas en la calle, a los pies de una estatua, con entonación de himnos por parte de los estudiantes". (Rojas, 2004: 54)
Luego de la entrada en vigencia de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria de 1920 creció el número de entidades primarias, secundarias y de enseñanza superior.
Ese incremento produjo a mediados del siglo XX la diferenciación institucional e identitaria de cada colegio ante la comunidad. Aparecieron así distintivos y símbolos que representaban a cada establecimiento.
Insignias, estandartes o banderines con imágenes y lemas daban cuenta de:
Mediante acciones dentro y fuera de las aulas, los colegios desarrollaron su consolidación e institucionalización social y afianzaron su presencia dentro de la comunidad.
Emblemática escolar: Identidad, memoria y consolidación de la escuela
Se usó para reforzar la formación valórica de la ciudadanía, conmemorar la historia de Chile, dotar a cada unidad educativa de identidad local y propia, y crear recuerdos del aula.
Desfiles y actos en espacios públicos conmemoraban la historia de la escuela y su fundación. Para estos eventos se creaban medallas conmemorativas.
Imágenes grabadas representaban las virtudes esperadas de los estudiantes, como el amor patrio, la obediencia y la disciplina.
Paso por las aulas era rememorado con medallas y emblemas, que aludían a las enseñanzas y normas aprendidas.
Cada escuela construyó una personalidad corporativa a través de la emblemática al ampliarse la cobertura educacional.
Escuelas diseñaron sus propias insignias para diferenciarse entre sí ante la creciente expansión de la cobertura educativa.