El “20 chico” en Yumbel
20 Mar 2015 0 Comment
La comuna de Yumbel, ubicada en la región del Biobío, es famosa por la veneración a San Sebastián, imagen de madera que data de los tiempos de la Colonia y que hasta el día de hoy es conservada en su templo.
La celebración reúne a miles de personas cada 20 de enero (día del santo) y cada 20 de marzo, día en que se celebra el “20 chico”. Esta última festividad es incluso más concurrida que la de enero, ya que en esta fecha asisten los campesinos para agradecer por sus cosechas.
Patricia Chavarría, quien ha investigado la cultura tradicional de la zona por más de cuarenta años, no duda en denominar a San Sebastián como el “santo del mundo campesino”, debido al profundo significado que su veneración despierta en los pequeños productores. Nos señala, por ejemplo, que para el día 20 de marzo recuerda “haber visto, hasta los año 80 aproximadamente, a niños campesinos y adultos, hombres y mujeres, vestidos con ropa amarilla y roja, que son los colores del santo”.
También nos cuenta que los 20 de enero en muchos campos de la región no se trabaja, aunque no sea el día en que los campesinos van a peregrinar a Yumbel, porque pueden ocurrir desgracias si se hace: “escuchamos de muchos casos en que no se respetó ese día y las consecuencias fueron graves. Por ejemplo, en Santa Juana nos contaban de un señor que trilló ese día, pasaron un par de días y se le quemó todo el trigo”.
Las miles de personas que llegan, algunos a pagar mandas, y otros a pedir algún favor, se reúnen en el centro de la comuna. El templo y lugar de oración se ubican frente a la plaza y en el entorno se pueden encontrar cientos de puestos de venta de imaginería con la figura del santo, de comida y de comercio de variado tipo que propician que este se convierta en un día de paseo para la familia.
“La celebración llama a la comida y la bebida. Llevan mucha comida y se instalan en lugares públicos a comer. También acuden a los distintos restoranes y cocinerías que se instalan. Las cazuelas, los tallarines, las humitas, en fin, toda aquella comida propia de la estación es consumida abundantemente”.
“También se aprovechan de comprar las ‘faltas’ con el dinero que se ha juntado durante el año. Es una forma de recordar al santo durante el año y, además, todo queda protegido por él”, nos señala Patricia.
Como podemos ver, al igual que en otras festividades de nuestro territorio, lo religioso y lo profano se reúnen en torno a esta festividad, con un hondo sentido social y comunitario.