Exposicion: Transferencias artísticas. Italia en Chile en el siglo XIX.

Giovatto Molinelli. Antigua Cañada de Santiago. Óleo sobre tela. 38 x 46 cm. Colección del Museo Nacional de Bellas Artes.
El Museo de Artes Decorativas, la Galería Jorge Carroza y la Universidad Adolfo Ibáñez prepararon el proyecto curatorial "Transferencias artísticas. Italia en Chile. Siglo XIX" que fue abierta al público el martes 31 de julio de 2012 en las salas del Museo y en los espacios de la Galería.
Curatoría
La década del cuarenta del siglo XIX se podría identificar como el momento en que la elite chilena explicita la necesidad de reemplazar los modelos artísticos coloniales por otros que pudieran reconocerse como modernos.
La historiografía del arte chileno ha otorgado un papel preponderante en este proceso a la influencia francesa, desatendiendo otros influjos que pudieran ser relevantes para comprender el período. A pesar del relativo interés que ha despertado la figura de Alessandro Cicarelli, primer director de la Academia de Pintura de Santiago, no ha existido una reflexión más amplia en torno a los vínculos artísticos con Italia.
El enorme flujo de obras romanas a Chile, la formación de algunos pintores y escultores chilenos en Roma o Florencia y la presencia de un contingente significativo de artistas italianos en Chile no han sido argumentos suficientes para abrir una discusión en torno a la supuesta hegemonía francesa.
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En el Museo de Artes Decorativas existen 40 mates, confeccionados a partir del siglo XVIII, con el objetivo de satisfacer el creciente gusto de la población por este brebaje.
La muestra cuenta con piezas confeccionadas en plata, calabaza y cerámica, las que reflejan las tendencias estéticas de distintos períodos como la Colonia, Independencia, República y siglo XX.
Destacan en esta colección los objetos creados con plata, metal utilizado masivamente durante la Colonia gracias al hallazgo del mineral de Potosí en Bolivia y de Chañarcillo en Chile durante el siglo XIX.
La plata fue la materia prima preferida para la fabricación de mates y sus objetos relacionados, debido a su gran maleabilidad y resistencia a la oxidación. Esta característica permitió la creación de mates con diversas técnicas y estilos.
El alto valor de estas piezas restringió su uso a las familias aristócratas o acomodadas.
Los sectores modestos o populares usaron mates de calabaza en los siglos XVII-XIX, y de cerámica en el siglo XX, ya que éstos fueron materiales más económicos con los que poder beber la preciada infusión.