Grupos prehispánicos construyeron sus habitaciones y sitios sagrados en quebradas cordilleranas y terrazas fluviales.

A partir del 200 d.C, el valle de Chalinga fue una zona densamente habitada por grupos de tradición alfarera. La llegada de los diaguitas, la influencia incaica, y la posterior presencia de los españoles, generó en este territorio una diversidad étnica y poblacional.
Los grupos prehispánicos se asentaron en las quebradas cordilleranas y terrazas fluviales cercanas al curso del río, que nace en la Cordillera de Los Andes y desemboca en el río Choapa.
Estos habitantes generaron variadas formas de uso, apropiación y construcción social del espacio durante cada etapa del período Alfarero (165 al 1550 d.C.):
Los restos de flora y fauna recuperados de los sitios arqueológicos revelaron patrones comunes de alimentación en la población prehispánica que habitó Chalinga:
Destacan dos sitios destinados a las viviendas y ceremonias:
El área destinada al cementerio contenía restos arqueológicos como ofrendas. Entre ellas, vasijas cerámicas puestas cuidadosamente cerca de la cabeza, brazos y pies, además de algunos instrumentos de hueso y piedra.
Valle de Chalinga: hogar de comunidades prehispánicas
Frontera cultural que combinó las influencias del Molle y Llolleo, donde se han encontrado petroglifos y cerámicas.
Grupos prehispánicos en el valle de Chalinga
Diversos pueblos de tradición agroalfarera habitaron en sus terrazas desde el 200 d.C.
Las rocas talladas eran ubicadas en altura para que pudieran ser vistas desde grandes distancias.
En su mayoría se han hallado piezas monocromas, que difieren de las encontradas en otros sectores del Choapa.