AGUSTÍN ABARCA / EL ÁRBOL SOLITARIO
Agustín Abarca nació en Talca, Chile, en 1882. Realizó sus estudios escolares en el Liceo de Hombres y en el Instituto Comercial de Talca, titulándose de contador. Por mucho tiempo trabajó como inspector de la Escuela Normal de Santiago, hasta que en 1900 conoció a Pablo Burchard quien lo guió hacia la pintura.
Entre 1909 y 1912 estudió en la Academia de Bellas Artes en Santiago. Más tarde vivió en la ciudad de Victoria, en el sur de Chile, donde también ejerció en una Escuela Normal, y desarrolló su pintura en relación al paisaje local. Finalmente regresó a Santiago, donde realizó parte importante de su trabajo, hasta que falleció en 1953.
A diferencia de sus contemporáneos de la Generación del Trece, Abarca orientó su obra hacia la naturaleza, centrándose en el misterio del bosque, en el paisaje campestre de la zona centro sur, y en las lomas solitarias.
En su obra El Árbol solitario, de 1922, Abarca realizó una interpretación muy personal del paisaje chileno, a partir del tratamiento de planos de formas y colores, el artista eludió todo detalle. En las sombras el color se apaga y neutraliza, para ofrecer en las zonas de luz y los cielos una gama finísima de tonos: blancos, amarillos, celestes,
azules, anaranjados, lilas y violetas, que evidencian la aguda observación y una profunda comunión con la naturaleza por parte del autor. Cabe destacar que a lo largo de su producción artística, la pintura de la naturaleza -y en particular de los árboles-, se aproxima a una suerte de visión antropológica, donde estos últimos -en libertad, pareja, solitarios o muertos- remiten al desarrollo de la vida humana.
El árbol solitario, 1920. Óleo sobre tela 60x70 cm. Surdoc 2-62