En un primer período fotografió a sus clientes en posiciones rígidas, mientras que en su producción cercana a 1940, estos se retrataron en actitudes más cálidas.
Desde finales del siglo XIX, el retrato fotográfico a nivel mundial impuso la mirada de frente y la rigidez en la postura como la forma más común de retratar a los sujetos.
El taller de José Olivares Valdivia imitó desde el comienzo esta tendencia, y ejemplo de ello fueron las imágenes de 1909 a 1920, en las que generalmente dispuso a las personas de frente, sin ninguna muestra de naturalidad. Lo mismo ocurrió en el caso de los niños, quienes lucieron en sus retratos fríos y distantes (Martínez y Salgado, 2006).
La adopción de la postura rígida y frontal posiblemente se relacionó con la posición social de los nuevos clientes de los estudios fotográficos, pertenecientes en su mayoría a una naciente clase media "culturalmente sencilla" (Tagg, 2005:53).
Esta forma de representación visual que desde fines del siglo XIX se constituyó en un código de inferioridad social, fue utilizada sobre todo en las fotografías que acompañaron antecedentes penales y encuestas sociales.
Para la ensayista Susan Sontag (2006), el ángulo frontal connotó solemnidad y sinceridad en los retratados, por ello se utilizó frecuentemente en contextos ceremoniales como bodas y graduaciones.
Influenciado por los retratos de personalidades del espectáculo que proliferaron en la década de 1930, Olivares Valdivia representó a los sujetos en actitud más cálida y en variedad de posiciones corporales y expresiones faciales.
Para retratar a sus clientas se inspiró en las revistas de modas que mostraban las últimas tendencias en vestuario femenino, sobre todo el parisino, las cuales pudo conocer de mejor forma dada su labor de reportero gráfico en Sucesos y Zig-Zag.
Las mujeres de clase media que acudieron a su estudio optaron por una indumentaria austera y alejada de las extravagancias aristocráticas. Como representantes de este grupo social, cultivaron la sobriedad en el vestir como un sello de autenticidad que las diferenció de las mujeres de otros estratos (Candina, 2009).
La colección que conserva el Museo Regional de Atacama posee un mayor volumen de retratos femeninos pertenecientes a este segundo momento de producción.
Retratos de Olivares Valdivia rescatan memoria íntima de Atacama
Sus fotografías retratan a las familias de clase media de la región de Atacama, en la primera mitad del siglo XX.
Los habitantes de esta ciudad utilizaron el estudio de Olivares Valdivia para preservar sus recuerdos y presentar a los nuevos integrantes del grupo familiar.
Imágenes tomadas a plena luz del día en su taller, le otorgan a su obra una luminosidad que lo diferencia de otros fotógrafos.