Sociedad de la Igualdad

Constituida a fines de marzo de 1850 en la ciudad de Santiago, la Sociedad de la Igualdad reunió desde un comienzo a ideólogos e intelectuales liberales -como Santiago Arcos, Francisco Bilbao o Eusebio Lillo y José Zapiola- y a representantes de sectores populares como el artesano Ambrosio Larrecheda y los sastres Cecilio Cerda y Rudecindo Rojas (Grez, Sergio. De la "regeneración" del pueblo a la huelga general. Santiago: DIBAM, 1997, p. 330).
Inspirada en los ideales de las revoluciones europeas de 1848, la Sociedad de la Igualdad fue la primera organización formal en la que sectores populares e intelectuales unieron esfuerzos para establecer alianzas sociales y políticas.
El proyecto igualitario identificó la necesidad de una transformación de la sociedad que diera inicio a una nación de hombres libres e iguales que se lograría, en palabras de Francisco Bilbao, a través de la "emancipación del pensamiento. Emancipación del ciudadano. Emancipación del proletario. Revolución en la razón, en la política, en la distribución de la propiedad (…). En otros términos: Libertad. Democracia. Solidaridad. He ahí el fondo y el horizonte de la revolución. Tal fue el alma de la Sociedad de la igualdad" (Revolución en Chile y Los mensajes del proscripto. Lima: Imprenta del Comercio, 1853, p. 58).
Desde su primera reunión, hasta la declaración de estado de sitio del 7 de noviembre de 1850, que terminó con la disolución de la organización, la Sociedad de la Igualdad tuvo una corta vida legal que duró alrededor de ocho meses.
Las revueltas y motines que derivaron en la jornada del 20 de abril de 1851 comprometieron a la Sociedad de la Igualdad con la insurrección armada, pero su proyecto inicial no fue necesariamente violento. Para algunos historiadores, la Sociedad de la Igualdad, antes de querer imponer un cambio radical de la sociedad a través de estrategias armadas, fue una forma de sociabilidad política nueva cuyo afán reformista tuvo como objetivo la nivelación de las relaciones sociales.
En lo práctico, la Sociedad de la igualdad promovió la creación de escuelas populares en las que se ofrecieron diversas clases, conferencias y talleres. Según Sergio Grez, estas "se realizaban en la noche, con gran asistencia de trabajadores. Santiago Arcos abordaba diversos temas políticos; Francisco Bilbao enseñaba filosofía; Manuel Recabarren, economía política; José Zapiola, música; el sastre Rudecindo Rojas, costura; Nicolás Villegas, aritmética, y un negro de las Antillas -Mr. Moore, que había sido cocinero de un barco antes de desertar- daba lecciones de inglés" (p. 338).
Similar a los clubes republicanos franceses del siglo XIX o a los clubes revolucionarios de la Francia de 1789, "integrados por burgueses progresistas y artesanos", para Cristián Gazmuri, la organización de la Sociedad de la Igualdad vino a adelantar la formación de los partidos políticos modernos (El "48" chileno. Igualitarios, reformistas, radicales, masones y bomberos. Santiago: Universitaria, 1999, p. 82) o fue derechamente, como considera Pierre-Luc Abramson, "el primer partido político en Latinoamérica, estructurado con miras a la conquista del poder, con sus secciones, sus responsables de sección y su dirección nacional" (Las utopías sociales en América Latina en el siglo XIX. México : Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 94).
Además de esta estructura de organización desconocida hasta entonces, la Sociedad de la igualdad representó dos hechos inaugurales en la historia de Chile: "el debut en el mundo político chileno, de manera ya no puramente instrumental o marginal (…) del ideario 'social' de la modernidad" y "el ingreso a ese mundo político, también ahora de manera más o menos clara, de un 'sector social' no perteneciente a la oligarquía, quebrando así el monopolio que aquella detentaba hasta ese momento sobre este" (El "48" chileno. Igualitarios, reformistas, radicales, masones y bomberos. Santiago: Universitaria, 1999, p. 79).