Modernización de la infraestructura urbana propició la llegada de turistas a la ciudad y su carácter de balneario elegido por la elite.
La expansión de la zona urbana y el constante mejoramiento de la infraestructura portuaria de Constitución en la segunda mitad del siglo XIX son expresiones del crecimiento económico de la ciudad entre 1850 y 1883:
"Poco quedaba del pueblito modesto que conoció el pintor Rugendas en la década de 1830, mientras se producía la primera inmigración y cuando la Municipalidad le regaló un sitio para que se decidiera a vivir allí. Ahora sorprendía a los viajeros, como otras ciudades costeras habitadas por extranjeros, por sus casas bien construidas y mejor alhajadas, rodeadas de hermosos y gigantes jardines con árboles de alto fuste" (Maino, 1996: 140).
La elite local enriquecida impulsó la remodelación del espacio público, principalmente a los sectores centrales de la Villa, donde se concentraban las casas de los vecinos más pudientes y los edificios principales.
El Estado tuvo baja incidencia en el desarrollo de obras públicas. Por ejemplo, los avances en la construcción del hospital en 1863 se financiaron con donaciones particulares.
Ocho años después, Constitución contaba con 600 casas, repartidas en 300 cuadras. La ciudad comenzó a embellecerse con la plantación de árboles y el arreglo de distintos sectores del pueblo.
Se construyeron también pequeños puentes en las cuatro esquinas de la plaza para facilitar el tránsito sobre las acequias que la rodeaban, lo que estimuló el encuentro entre residentes y visitantes.
Las mejoras también involucraron a La Poza, uno de los principales sitio de atraque para las embarcaciones que conseguían traspasar la barra. Este lugar se transformó en un espacio recurrente para la elite maulina, que frecuentó el pueblo durante la temporada estival.
Los arreglos incluyeron la remodelación de algunos edificios de servicios públicos, como el despacho judicial y la escribanía (Cortez y Mardones, 2009: 143, 144, 145).
El intercambio de bienes dio origen a una elite local de comerciantes, que logró una acumulación significativa de capital. También se acentuaron las diferencias sociales, con la presencia de una clase trabajadora vinculada exclusivamente a las tareas de los astilleros.
La clase alta estimuló las actividades productivas y comerciales, mientras que el asentamiento de marineros extranjeros fue relevante para la apertura del comercio internacional y local.
Este factor promovió la llegada de inmigrantes y la diversidad de la población local, que fue fundamental para los negocios y el armado de los navíos. Desde 1850 los astilleros estuvieron en manos de norteamericanos, ingleses, alemanes, franceses e italianos.
Los sectores populares predominaron en calles y muelles del puerto: ellos constituían la amplia base de la población, conformada por la masa laboral que asumían las actividades que se desarrollaban en la ciudad y en el río Maule.
Eran los habitantes de los sectores más humildes del pueblo, los que se agrupaban en las zonas ribereñas y los cerros que circundaban la trama urbana (Cortez y Mardones, 2009: 151, 152).
Historia de Constitución reflejada en fotografías vacacionales
Imágenes representan el auge económico de la ciudad, y la costumbre de la elite de tomar vacaciones lejos del hogar y registrarlas para la posteridad.
Auge portuario de Constitución
Actividad productiva y comercial del Maule se organizó entorno al río, lo que contribuyó al despegue económico de la ciudad, gracias a su designación como puerto mayor.
Constitución: pérdida de su categoría de puerto mayor y declive económico
Auge de Valparaíso y construcción de la línea férrea que unió a Chile de norte a sur fueron dos de los factores que incidieron en el fin del ciclo de expansión de esta ciudad.