La mujer colonial tenía el deber de la decencia, por lo que la vigilaba la familia o monasterio. Surgen así los raptos y fugas denunciadas por sus cercanos, pero para ellas la huida representaba una nueva vida.
La denominación mujeres "al monte" es un apelativo rastreable en los archivos judiciales escritos en el siglo XVIII y XIX, hoy resguardados por el Archivo Nacional Histórico. En diversos expedientes se llama de esta manera a las mujeres que, según se decía, eran raptadas por un hombre.
Generalmente el rapto sucedía en la oscuridad de la noche. Las mujeres eran transportadas en las ancas de un caballo a parajes genéricamente llamados el monte: una tierra alta y áspera. Metafóricamente el monte se asociaba a lo rústico y lejano a lo civil, representado por la vida en villas, poblados y ciudades.
El rapto y la fuga de las mujeres fue bastante común, pero ellas pocas veces declararon en los procesos. Fueron sus maridos, padres, madres o tutores quienes lo hicieron.
En las escasas oportunidades en que ellas se expresan, nunca señalan haber sido sacadas de sus casas contra su voluntad. Para ellas la huida representaba la posibilidad de hacer una nueva vida, pues les permitía salir de las fronteras de la vida normativa para emprender un proyecto propio.
El deber ser de las mujeres coloniales se construyó sobre ideales de decencia, comprobables sólo bajo la vigilancia de instituciones consagradas para tales fines, como la familia o los monasterios.
La familia estaba dirigida por el hombre (padre, esposo, hermano o tutor), que era responsable y custodio del honor de sus mujeres. Los conventos, beaterios y casas de recogidas se encargaron de perfeccionar el honor de aquellas que entregaban su vida a dios y de corregir a las mujeres que actuaban fuera de las normas.
Los padres fueron, como representantes de la familia, quienes iniciaron las causas criminales con el fin de restablecer la preciada honra de sus hijas.
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Convento, el matrimonio y hogar familiar eran los únicos espacios lícitos para las mujeres durante la Colonia.