UNESCO reconoce valor patrimonial mundial de la Lira Popular

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En junio de 2013, la Lira Popular es reconocida como parte del registro Memoria del Mundo de la UNESCO, confirmando su gran valor patrimonial. Registro que incluye entre otros el archivo del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, el legado del Festival de Jazz de Montreux en Suiza, el libro de viajes de Evliya Çelebi, y varias primeras ediciones peruanas y sudamericanas de gran antigüedad.

Esta forma polivalente de expresión se popularizó durante la segunda mitad del siglo XIX y a principios del siglo XX, y hoy es objeto de estudio en Chile y el mundo.

En sus orígenes la Lira Popular tomó la forma de publicaciones en hojas sueltas, vendidas por sus autores en mercados y plazas. Así, ellos componían poemas en décimas, trasladando la tradición oral del campo a los barrios marginales de Santiago, Concepción, Valparaíso e Iquique. Siendo la Lira el resultado también de la llegada masiva de la imprenta. En los lugares públicos se acostumbraba oír a los canillitas vociferando "a los versos, a los versos, a los buenos versos".

La Lira Popular le canta "a lo divino y a lo humano", reflejando la visión del pueblo sobre temas tan variados como la Guerra del Pacífico, la Guerra Civil de 1891, los entierros de angelitos, fusilamientos y apariciones fantásticas. Su lenguaje corresponde a una visión a la vez más cercana y mística de la cotidianidad de la violencia y de la muerte en aquel tiempo.

Un destacado exponente fue Juan Bautista Peralta, un niño suplementero que perdió la vista a temprana edad. Las mujeres encontraron a su mejor y única representante en Rosa Araneda. Otro poeta reconocido fue Daniel Meneses, un minero que quedó inválido tras recibir un balazo. Este último tenía verdaderos duelos poéticos con Peralta poniendo a prueba sus capacidades compositivas.

Para hacer más atractivo el texto, compuesto por entre cuatro y doce poemas que trataban diferentes sucesos o respondían a encargos personales, se incluía en la parte superior de las hojas atractivos grabados. De autores anónimos, las austeras imágenes resultantes de los recursos limitados de la xilografía, se componían de trazos gruesos y toscos, dejando amplias zonas de negro y blanco. Estas figuras esquemáticas destacaban los elementos más atractivos de la escena para el público (armas, crucifijos, grilletes, diablos, culebrones, personajes desproporcionados) creando íconos que hasta el día de hoy parecen extremadamente cercanos y criollos.

La Lira transporta al lector al universo político y social de aquella época. A través de su lenguaje familiar y de sus íconos da testimonio del imaginario colectivo popular. En la fase final de sus expresiones, recordando su carácter único y poco pretencioso, la Lira se deja intervenir con imágenes de imprenta a partir de tacos europeos y clichés de segunda mano, como un collage primitivo.

Esta Lira vanguardista apelaba a la participación de los espectadores, en su mayoría analfabetos. Luego se inscribiría en la historia de la publicidad nacional, quien se la apropia y la modela.

Uno de los primeros en valorar la Lira Popular fue el profesor alemán, Rodolfo Lenz, experto en lingüística y folklore. Llegó a Chile en 1890 invitado por el gobierno para quedarse hasta su muerte. Su interés por el pueblo y su lenguaje lo llevó a investigar la Lira y a sus autores, preservando valiosos pliegos que donaría a la Biblioteca Nacional en 1933. Junto con los pliegos de Alamiro de Ávila, cuya colección también se encuentra en la Biblioteca Nacional, y de Raúl Amunátegui, que fueron recuperados por el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile, suman un total de 1567 folios.

Investigadores de áreas tan variadas como la historia, la literatura, el arte, o la antropología se interesan por la Lira y sus múltiples lecturas.

Algunos ven en la Lira a la precursora del muralismo o la comparan con diarios populares actuales. Para otros es la madre de muchos payadores y cantores. Se la ha visto en fachadas de locales y etiquetas de productos cotidianos. La Lira Popular preserva su espacio en el imaginario colectivo como algo criollo y nuestro.

La Lira nos plantea una necesidad y un desafío. La necesidad de preservarla, entenderla e investigarla siendo fieles en sus interpretaciones. El desafío de estar a la altura de este reconocimiento internacional, que nos recuerda que la historia de los pueblos no sólo está escrita por sus protagonistas. A la luz de la historiografía moderna, los personajes y los países que no estuvieron al centro del acontecer tienen mucho que aportar a la memoria universal.

Por último es necesario reconocer la importante tarea del Comité Memoria del Mundo, establecido en junio 2001 bajo los auspicios de la Dibam y compuesto por un grupo de profesionales expertos en gestión del patrimonio documental. Junto con haber alcanzado el reconocimiento regional de la Lira Popular en 2010, con anterioridad se logró inscribir en el Registro Internacional de la Memoria del Mundo de la UNESCO: el Fondo de los Jesuitas en América Latina y el Archivo de Derechos Humanos en Chile en el año 2003.

En el caso de estos dos elementos de nuestro Patrimonio Nacional documental como en el de la Lira, se debe seguir mejorando la preservación, facilitar cada vez más su acceso universal, y sobre todo desarrollar una mayor conciencia de su importancia nacional e internacional. Es tarea de cada uno que la Lira siga siendo popular.

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Materias: Institucional - Literatura
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