Mayor humedad y vegetación cubrían el desierto de Atacama cuando los primeros humanos llegaron a su costa.
El Complejo Huentelauquén se despliega extensamente por el litoral nortino chileno, y sus evidencias otorgan elementos respecto de los cambios en el ambiente y clima durante el Arcaico temprano.
La Chimba 13 se ubica en la costa árida, territorio que experimentó transformaciones ambientales a causa de la transición entre Pleistoceno y Holoceno, cuando los grupos Huentelauquén lo habitaron.
La estratigrafía del sitio reveló que fue ocupado en 2 momentos, que dan cuenta de las diferencias climáticas en la zona:
Indicadores en las conchas de locos o Concholepas concholepas muestran que "la temperatura de las aguas litorales durante la mayor parte de la ocupación del sitio era 4°C inferior a las actuales y, posiblemente, más frías aún durante el primer evento ocupacional" (Llagostera et al., 2010: 474), lo que se relaciona con procesos de mayor precipitación y formación de dunas en la región.
Las condiciones oceanográficas no habrían sido tan distintas a las actuales, pues la mayoría de las especies de moluscos y peces registrados en La Chimba 13 subsisten hasta hoy en el litoral (Llagostera et al., 1997).
La presencia de peces de aguas cálidas podría deberse a alteraciones temporales, como la corriente El Niño.
En aquel período el norte semi-árido también experimentó mayor pluviosidad y un clima más frío y húmedo, con un aumento en la desertificación e instalación de las condiciones ambientales actuales en ambas zonas hacia el final de las ocupaciones Huentelauquén (Llagostera et al., 2000; Jackson et al., 2012).
Estudios del relieve y fondos marinos realizados en la bahía de Taltal indican que la línea costera a fines del Pleistoceno estuvo al menos 1.5 kilómetros hacia el interior (Salazar et al., 2013). El posterior derretimiento de hielos provocado por el incremento de la temperatura propio del Holoceno temprano, implicó que el mar alcanzara los niveles actuales.
Muchos sitios arqueológicos previos al 10000 a.C. representativos de los grupos costeros de fines del Pleistoceno probablemente están bajo el agua por esta razón (Jackson et al., 2012; Salazar et al., 2013), y sus pesquisas son posibles gracias a la arqueología subacuática.
Estos cambios se inscriben en los procesos de la transición entre dos edades geológicas:
El poblamiento americano habría sido posible por la última gran glaciación de fines del Pleistoceno, que conectó Asia y América por el norte, lo que habría permitido el paso de grupos humanos.
En la transición entre ambas épocas ocurrieron las primeras ocupaciones de este continente (Núñez et al., 1994) así como la extinción de un gran número de especies animales, como la megafauna (Frassinetti y Alberdi, 2005).
Las evidencias del complejo Huentelauquén dan elementos para comprender estos procesos, en tanto los asentamientos tempranos de grupos altamente adaptados al mar plantean la idea del poblamiento sudamericano a lo largo de la costa Pacífico (Jackson et al., 2011, 2012).
Hallazgos en las últimas décadas refuerzan este modelo, pero los sitios de fines del Pleistoceno en las costas de Perú y de Chile no se han estudiado lo suficiente y son aún escasos como para resolver esta discusión, lo que guarda relación con la probable locación bajo el mar de estas ocupaciones tempranas (Sandweiss, 2008).
Complejo Huentelauquén: primeros habitantes costeros de Antofagasta
Alto conocimiento del mar y la cosmovisión de los grupos que habitaron el litoral norte de Chile hace 10000 años, se expresan en objetos encontrados en La Chimba 13.
Complejo cultural Huentelauquén
Litos y puntas de proyectil encontradas en más de 1000 kilómetros del borde costero se vinculan con antiguos habitantes del norte de Chile.
Vida en la costa de Antofagasta a través de los artefactos Huentelauquén
Sitios ceremoniales, abrigos rocosos y la mina más antigua del continente formaron parte del territorio de grupos cazadores pescadores recolectores.
Puntas de proyectil, cuchillos, perforadores, pesas y morteros del 8000 a.C.
Estrellas, círculos, cuadrados y triángulos son algunas de las formas de las figuras creadas por los primeros habitantes de la costa norte chilena.