Piezas de plata, calabaza y cerámica, reflejan la estética que primó a partir de la Colonia para beber esta infusión, que los chilenos tomaban desde pequeños con una única bombilla que se pasaba de boca en boca.
En el Museo de Artes Decorativas existen 40 mates, confeccionados a partir del siglo XVIII, con el objetivo de satisfacer el creciente gusto de la población por este brebaje.
La muestra cuenta con piezas confeccionadas en plata, calabaza y cerámica, las que reflejan las tendencias estéticas de distintos períodos como la Colonia, Independencia, República y siglo XX.
Destacan en esta colección los objetos creados con plata, la que fue masivamente utilizada durante la Colonia gracias al hallazgo del mineral de Potosí en Bolivia y de Chañarcillo en Chile durante el siglo XIX.
La plata fue la materia prima preferida para la fabricación de mates y sus objetos relacionados, debido a su gran maleabilidad y resistencia a la oxidación. Esta característica permitió la creación de recipientes con diversas técnicas y estilos.
El alto valor de estas piezas restringió su uso a las familias aristócratas o acomodadas.
Los sectores modestos o populares usaron mates de calabaza en los siglos XVII-XIX, y de cerámica en el siglo XX, ya que éstos fueron materiales más económicos con los que poder beber la preciada infusión.
La costumbre de beber mate es precolombina. Fueron los indígenas guaraní, que habitaron en Paraguay, el sur de Brasil, norte de Argentina y sureste de Bolivia, quienes descubrieron las virtudes de esta yerba y comenzaron a consumirla en sus rituales. Se le considera un aporte americano a la cultura occidental.
Desde un principio tuvo gran aceptación entre criollos y españoles, que iniciaron la costumbre de tomarla con agua caliente. También tuvo sus detractores, principalmente entre los jesuitas, quienes la consideraban vomitiva y demoniaca debido a su efecto estimulante.
Sus principales adeptos la defendieron por preferirla a las bebidas alcohólicas y por el vigor que reportaba en el trabajo a los indios, categoría colonial con que se señaló a los sujetos subordinados a la Corona española. Esto obligó a los jesuitas a organizar la venta de este producto.
Con el tiempo, su cultivo se convirtió en la principal industria creada en las misiones en Paraguay. Según el historiador Eugenio Pereira Salas, es probable que para 1558 la hierba mate comenzara a ser introducida en Chile a través del recién inaugurado comercio trasandino (Pereira, 1977: 43).
En esos años el mate era un artículo suntuario, consumido principalmente por los sectores más pudientes de la sociedad colonial (Espinoza, 2007:18). Con el paso del tiempo, las cosechas se hicieron más abundantes y gracias a la apertura de nuevas rutas y la presencia de más comerciantes la yerba se abarató y fue accesible para el pueblo.
Esta se convirtió así en una "planta popular, animadora de la tertulia al calor del brasero, con su corte de chismes, consejas de ánimas, duendes y aparecidos" (Pereira, 1977: 44).
Tal era su popularidad, que los vecinos de Santiago se organizaron en diversas ocasiones para defender su accesibilidad. Así sucedió en 1779 cuando se quiso imponer una contribución especial de un peso por zurrón de yerba para financiar los costos del Puente de Cal y Canto, y en 1810 cuando las dificultades del comercio cordillerano provocaron un aumento súbito del precio de este artículo (Pereira, 1977: 61 y 74).
En el siglo XIX hubo varios intentos para introducir en Chile el hábito de beber café y té, pero el mate continuó siendo más popular.
Ya fuera en calabazas, metal, cerámica o plata, la costumbre era la misma en todas las clases sociales: desde niños los chilenos tomaban mate, la bombilla se pasaba de boca en boca y se invertía mucho dinero en los elementos necesarios para este rito.
¿Cómo se tomaba mate en Chile?
Desde niños los chilenos tomaban mate y en todas las clases sociales la bombilla se pasaba de boca en boca para ingerir el brebaje.
Se caracteriza por su pequeño tamaño, su confección en plata de baja ley, y sus escasos adornos de motivos vegetales o geométricos, hechos con cobre o bronce.
Usar mates de materiales nobles daba decoro y distinción al hábito indígena de consumir yerba mate, y mejoraba la higiene de este hábito.
A este vegetal se le abría una boca para introducir la yerba, la bombilla y el agua y convertirlo en mate.